jueves, 3 de junio de 2010

Downshifting: el regreso a lo simple

Nadie puede negar que en las sociedades “desarrolladas” (es decir las industrializadas, sobretecnificadas, que están a la vanguardia de los avances tecnológicos) se está dando un desequilibrio y un descontrol causado por el consumo exagerado y por la vorágine tecnológica. Esto ha derivado en un ritmo de vida acelerado, impulsado por las exigencias del mundo laboral y la competitividad que llevan a un incremento de la cantidad de actividades a realizar. Los días se acortan y disminuye el tiempo dedicado a la introspección o simplemente a disfrutar la vida; las conexiones con los demás desaparecen y el individualismo pasa a un primer plano. Comprar parece ser la única solución para ser feliz, diferenciarse y obtener una realización personal a través de lo material.

¿Pero qué pasa si se toma conciencia y se decide cambiar radicalmente de estilo de vida? Surge el Downshifting o Reducción de la Marcha, cuyos adeptos optan por esta tendencia debido a una oposición entre sus valores y los del lugar de trabajo, por razones de salud, por un rechazo al consumismo o simplemente para llevar una vida más plena, balanceada y menos estresante.

El Downshifting significa entonces elegir la simplicidad en todos los aspectos de la existencia como un estilo de vida a largo plazo. Se produce un retorno a la naturaleza y una conciencia ambiental que hace que disminuya el consumo habitual y que aumente el consumo de productos orgánicos. Se reduce también la tensión, el estrés y los trastornos psicológicos que acompañan la carrera por el éxito económico o social. Se alcanza un equilibrio entre el tiempo libre y el trabajo, y se pasa del consumismo y el éxito económico a la realización personal y la construcción de relaciones interpersonales. De esta forma el dinero queda en un segundo plano y las personas aceptan una menor cantidad de ingresos a cambio de más tiempo para ellos y sus familias.
Esta tendencia es reflejada y aprovechada por las grandes marcas del mundo de la moda y la belleza. Esta temporada vemos un auge de productos orgánicos y ecológicos que cuidan tanto el entorno, como el exterior y el interior de las personas. 

Por su lado la moda posiciona sus productos dentro de paisajes naturales idílicos, en donde el tiempo sigue el ritmo cíclico de las estaciones y los factores naturales y no el ritmo impuesto por las normas y la industrialización. 
Así, tanto la belleza como la moda apelan a un retorno a la naturaleza y a una vida más simple, sin complicaciones, en donde lo más importante es disfrutar el producto; prometen un escape imaginario, un “cómo sería si viviera alejado de la civilización” al alcance de todos.
Más allá de esta paradoja (explotar el ideal de una vida sin ataduras materiales mediante nuevas formas de consumo), la transición a este nuevo enfoque sobre la vida no es tan simple, requiere perseverancia y una alteración de las estructuras mentales, salir de la zona de aparente confort económico, social, etc. para enfrentar lo desconocido. ¿Se atreven?